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Los rodillos faciales se utilizan para masajear el rostro, favorecer el riego sanguíneo y ayudar a la piel a absorber los principios activos de los cosméticos.
Cómo se hace el masaje facial
El primer requisito es comenzar con la piel perfectamente limpia. Después, antes de utilizar el rodillo, se aplica el producto de tratamiento habitual, preferiblemente un sérum, un aceite facial o una mascarilla hidratante. Una vez haya penetrado la mayor parte del producto es el momento de usar el rodillo.
El masaje facial con rodillo puede durar entre 5 y 10 minutos, y aunque se centre en la cara tiene que llegar hasta la zona del cuello. El secreto para hacerlo bien reside en la dirección del movimiento, porque su utilidad básica radica en mejorar el drenaje linfático del rostro. A ello también ayuda un truco de gurú: guardar el rodillo en el frigorífico, ya que el frío es un buen aliado a la hora de desinflamar los músculos del rostro.
La frente y las cejas se masajean con movimientos que van del entrecejo hacia la raíz del pelo, dibujando grandes ‘ces’. Se usa siempre de dentro hacia fuera.
El contorno de los ojos se masajea en la zona de las ojeras utilizando un rodillo de cabezal más pequeño, dibujando su forma desde el lagrimal hacia la cola de la ceja.
La parte media del rostro se masajea desde la nariz hacia las sienes, con un ligero movimiento ascendente. Luego, de la nariz a las orejas.
En la fracción inferior de la cara, los movimientos también han de ser siempre de dentro hacia fuera, especialmente en la parte inferior de la mandíbula.
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